En su importante estudio De Atlatlán a México (peregrinación de los nahoas), el Ing. Manuel Bonilla, autor de la obra, y sin duda el más avezado intérprete de las inscripciones en piedra que dejaran nuestros antepasados indígenas en esta zona del país, dedicó amplio espacio al comentario de los petroglifos de Culiacán, especialmente a los de Piedra Pintada del Cerro de Tecomate.

Y es natural que así sucediera, puesto que tales huellas confirman a través de su significado dos sucesos que forman parte de nuestra historia: la llegada, asentamiento y posterior salida de Culiacán de la peregrinación atlatlaca en su viaje al sur y el nacimiento aquí.

Si bien el notable polígrafo analizó y comentó el significado de las huellas petroglíficas encontradas en Cerro de la Chiva, Arroyos Cuates, Jotagua, El Sauz, Cerro Colorado y Los Brasiles, todas dentro del municipio de Culiacán, es a las de Piedra Pintada del Cerro del Tecomate a las que brindó el mayor de su tiempo y estudio, por los motivos ya expresados.

Con dibujos personales o los aportados por colaboradores, el autor ilustró su obra, que como prende nada menos el estudio e interpretación de 89 signos labrados en Piedra Pintada, roca de regular extensión que el investigador dividió en dos secciones, y se localiza en el Cerro de Tecomate, en el vértice N.O. del Valle de Navolato. (http://mexico.pueblosamerica.com/i/colonia-ensenada-tecomate/)

Las limitaciones de espacio impiden realizar un comentario particular de los signos, por lo que solo nos concretaremos a hacerlo, o reproducir textualmente en su caso, los de mayor importancia.